LALIGA EA SPORTS. JORNADA 15. ATHLETIC CLUB 1 – 0 ATLÉTICO DE MADRID

4 de 64: La Geopolítica de la Derrota y el Vacío Estratégico del Atlético

Athletic Club 1 – 0 Atlético de Madrid (San Mamés, 6 de diciembre de 2025)

El tablero de ajedrez, con sus inmutables sesenta y cuatro casillas, impone una ley universal: la estrategia dominante reside en el control de los cuatro cuadros centrales (d4, e4, d5, e5). Son el corazón de la batalla, el punto de apoyo desde donde se proyecta la ofensiva y se cimenta la defensa. En el fútbol, esta zona se traduce en el mediocampo, y la derrota del Atlético de Madrid en San Mamés ante el Athletic Club es la prueba más fehaciente de lo que sucede cuando un equipo renuncia a su soberanía en el centro.

El marcador final, un exiguo 1-0 sellado por Álex Berenguer, apenas raspa la superficie de un problema estructural que, en el seno del Atlético, ya es crónico. El club se halla inmerso en un proceso de reconstrucción, una etiqueta que, sin embargo, sirve de excusa endeble para las deficiencias notables que persisten desde hace varias temporadas. La falta de dominio en la medular no es un accidente de jornada, sino el síntoma de una plantilla desequilibrada que ha perdido su brújula táctica en la zona más vital del campo.

El Cáncer del Centro: Posesión sin Propósito

La estadística del partido, en apariencia favorable al Atlético con un 56% de posesión, se revela como una paradoja cruel. Fue una posesión estéril, una manipulación horizontal y lateral del balón sin penetración ni riesgo. Si en el ajedrez mover peones en las esquinas sin desarrollar las piezas centrales es la antesala del desastre, en San Mamés el Atlético se dedicó a hacer exactamente eso.

El Athletic, consciente de la debilidad estructural del rival, permitió el toque intrascendente para luego ejercer una presión selectiva y asfixiante que transformaba el mediocampo colchonero en una zona de paso, una alfombra roja para la transición rápida vasca.

El problema radica en la composición de la sala de máquinas, el núcleo del desastre del 4 de 64. Las piezas rojiblancas exhiben, con la excepción de un jugador, preocupantes lagunas en su función estratégica:

  • Pablo Barrios es, de momento, la única figura confiable. Posee la visión y el desparpajo para conectar líneas, el único que ejerce de Torre con capacidad de moverse a lo largo del tablero central.
  • Gallagher encarna el físico y la lucha, un peón avanzado que se bate en cada duelo individual. Sin embargo, carece del sosiego y la calidad técnica para amasar y ordenar el juego con el rigor que exige el puesto. Es pura energía, pero sin la fineza para convertirse en el Alfil que proyecta juego.
  • Koke, el capitán, antaño la Dama que dominaba el tablero, ya no puede sostener el ritmo físico del balón rápido y las segundas jugadas que imponen rivales como el Athletic. Su liderazgo es innegable, pero su motor ya no está diseñado para las altas revoluciones.
  • Y la gran apuesta por Cardoso —cuya presencia o ausencia no varía el diagnóstico— adolece de los mismos problemas; un cinco de corte sin la capacidad de amasar, ordenar y dictar los tiempos del encuentro.

Con estos mimbres, el Atlético se convierte en lo que metafóricamente podría describirse como un yate sin motor o una bicicleta sin pedales: una estructura de gran belleza pero sin la propulsión necesaria para controlar su propio destino fuera de su puerto base.

La Geopolítica del Ataque: La Crisis del Nueve

La fragilidad central tiene un efecto inmediato en la línea de ataque. El equipo atesora una calidad individual notable, pero es una calidad huérfana de gol. El ataque está plagado de medias puntas y de ese tipo de jugadores de los que uno no sabe muy bien si puede jugar de nueve o segundo punta, si mejor en banda o por el medio. La ambigüedad de roles se traduce en una falta de eficacia. La figura del ariete resolutivo, el nueve que resuelve, sencillamente no da el nivel ni de lejos.

Los movimientos ofensivos son estéticos, pero la falta de un Alfil central firme que alimente con claridad las líneas de pase provoca que el ataque se ahogue en la indefinición. Hay piezas de alto valor, sí, pero sin un plan de apertura que les permita ejercer su amenaza de forma contundente y centralizada.

Defensa: Luces que No Taparán las Sombras

En la retaguardia, donde las carencias son menos evidentes, también asoman las urgencias. La irrupción de Pubill es una de las grandes noticias de la temporada, un soplo de aire fresco y juventud en el lateral derecho o por el medio. Molina, por su parte, está demostrando a los críticos que se parecen más a la vikingada que al Atleti que, si bien titular indiscutible quizá no es, es más que un digno suplente, aportando soluciones fiables.

Sin embargo, persisten las lagunas en la confección definitiva de la línea: la ausencia de un central de jerarquía que ofrezca liderazgo y no caiga en la fragilidad de las lesiones, y la necesidad de un lateral izquierdo en el que el cuerpo técnico confíe plenamente para abordar encuentros de máxima exigencia.

El Pronóstico Fatal: La Liga como Quimera

El gol de Berenguer en el tramo final del encuentro no fue un acto de genialidad individual, sino la consecuencia lógica del fallo estratégico colchonero. El Athletic logró lo que todo ajedrecista busca: que el rival, por su propia debilidad estructural, permitiera la apertura de líneas cruciales para el golpe definitivo. El remate se produjo desde fuera del área, señalando la incapacidad de la medular para ejercer el marcaje zonal necesario y sofocar el peligro antes de que se consolidara.

Con estas mimbres, el Atlético ganará mucho en casa, donde la atmósfera, la inercia y la calidad individual son suficientes para superar al 80% de los rivales. Las individualidades pueden marcar diferencias y si dos o tres jugadores están entonados, se arma el Belén y se consiguen los tres puntos.

No obstante, en el mapa de la competición, donde la Liga se gana controlando los duelos complejos fuera de casa, el equipo está más que cojo. No somos muy superiores al resto de equipos, superiores sí, mucho no. Y cuando los equipos rivales juegan en su casa espoleados por los suyos cuesta, cuesta mucho. Para controlar los partidos fuera de casa no da, está muy lejos de dar y si no da para eso la Liga es imposible. La reconstrucción será larga y sólo se acelerará el día que el Atlético de Madrid designe y blinde a sus piezas clave para gobernar el tablero desde el centro, recuperando la soberanía de los irrenunciables 4 de 64.

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