Si hay algo que me saca de quicio, más que un spoiler sin avisar, es la autocomplacencia. Y la del ambiente en La Cartuja (hoy feudo provisional del Betis) es de esa que obliga a encender el aire acondicionado en pleno otoño. El resultado, amigos, es un ejercicio de eficiencia y cinismo que solo el Atleti de Simeone puede ejecutar con esta mezcla de épica y mala leche: 0-2 al descanso. Y la pregunta es obligada: ¿A qué jugáis, Betis?
El Gol de Cirujano y el Coro de la Queja (Primera Parte)

El partido arrancó como un puñetazo en la mesa a los tres minutos. Saque de banda intrascendente, Bellerín(el de las pintas y las prisas) despeja como si el balón fuese una ascua y le cae a Giuliano. Y aquí se acabó el debate. Volea. Directa. Cepa del poste. Golazo. 0-1. El tipo ni pestañea. Un rematador que no te pide permiso para destrozarte la tarde.
El Betis, mientras tanto, tiene la pelota. Mucha. La acaricia, la pasea, la mira. Pero no hace pupa. Nosotros, en cambio, cada vez que robamos, es para hacer esa ‘pupita’ que duele en el alma. Esto es fútbol de manual: lo que se empieza, se acaba, que dicen en mi casa.
El ‘niño’ Barrios (Min. 5) pierde un balón de novato, pero ojo, que el chaval aprende. Persigue, incomoda, y no hace la falta estúpida que le costó una roja el año pasado. Progresa adecuadamente. El oficio se forja a fuego. Y si me apuran, puedo repetir que: El Cholito roba la pelota, incomoda, lo deja todo y luego sale arriba como una bala. Nunca es mentira.
Minuto 19: nos vuelven a rematar un centro. Cada centro es un piercing testicular cincelado a martillo. Deberíamos solucionarlo ya. La primera y única del Betis de verdad, en el 27, con un tiro de Abde que detiene Oblak. Nuestro esloveno. Un muro. Un tipo que cobra por no hacer nada, y cuando lo hace, lo hace de cine.
Y en medio de todo esto, el circo: Julián sangra tras un pisotón, y La Cartuja clama porque creen que pierde tiempo. ¡De chiste! Protestan absolutamente TODO. Faltas, balones que no salen, fueras de juego… Es un coro gregoriano de la queja. Si les pones un semáforo, protestan que la luz roja es muy intensa.
La guinda llega en el 47. Jugadón de Julián. Le hace el lío a Amrabat (que esta vez sí, lo mató en la carrera). La pone, no llega Giuliano, y en el segundo palo… ¡BAENA! Recorta, dispara y GOLPEA AL PALO LARGO Y DENTRO. 0-2. Baena. El hombre tranquilo. La estocada final.
El Atleti se va al descanso con la sensación de una clase magistral de eficiencia. El Betis, con la posesión, el ruido y la protesta. Que se pongan cómodos, porque huele a victoria.
SEGUNDA PARTE: GESTIÓN DE MINUTOS Y LA CALMA DEL ASESINO A SUELDO
La Audacia Estéril y el Larguero de la (In)Justicia
Sale el Betis en la segunda parte con la rabia en el estómago y Lo Celso para mandar. Se nota. Más atrevidos. Más mandones. Sí, pero mandar no es sinónimo de ganar. El Atleti perdona el tercero en el 50 con Nico. El fútbol es un juego de milímetros y mala leche.
El Betis aprieta y bombardea. Minuto 52, 53… Oblak. Oblak. Oblak. Se repite el ‘piercing cincelado’ con los centros, pero nuestro esloveno es un seguro de vida.
La mala noticia es Barrios, que se va tocado (54). Entra Gallagher. Una faena. Una pena mayúscula, porque el chaval es vital y el calendario que se nos viene encima da más miedo que una factura de la luz en diciembre.
Minuto 58: La falta de Abde se estrella en el larguero. El fútbol es caprichoso. El Betis toca madera, pero no la red. La justicia poética hoy viste de rojiblanco. Y el Cholo, el gestor de la angustia, mete a Griezmann y Sorloth (59). Gestión de minutos que da pánico, pensando en lo que viene.
Los jugadores béticos, mientras tanto, con el piquito de oro, lo piden TODO. Penaltis, tarjetas… Han llegado a pedir ya cinco, ¡y el único que pudo ser, fue en su propia área! Pero la cultura de la protesta es su fuerte, goles, pocos.
Por cierto, en el 70, lo mejor sobre el campo en ese momento: Gallagher. Sí, el inglés. Minutos sobrios, recupera, ofrece, toca a uno o dos toques. El oficio que se le exige.
El Conejo de Anfetas y la Sentencia Final
El Betis echa el resto con Bakambu y Deossa (75). Y luego está el caso Sorloth. En sus pies, el balón parece un conejo puesto de anfetas: incontrolable. Y lo más increíble es que nadie le aprieta, pero él solo se basta para generar el caos.
El Betis lo intenta por última vez (79) con un remate de Bakambu que saca Oblak a sus pies. El guion es tan repetitivo que cansa.
En el 81, más cambios: Molina y Almada por Koke y Giuliano. Y el comentarista de Movistar vuelve a ver penalti. «Otros parecidos han pitado», dice, tan pancho. También pide una roja, total… Ya puestos a pedir, pidamos la Luna y un unicornio rosa, ¿no?
El partido se apaga. El Betis no puede. El Atleti ya no sufre ni un poco. Minuto 85. Esto está visto para sentencia.
La última pataleta (91): El linier da córner, bien dado, y Amrabat se cabrea de tal manera que desclava el banderín. Hombre, por favor. Una cosa es protestar y otra que quieras hacer pinchito moruno de linier. Calma. Ya acaba.
Y colorín colorado, el Atleti fuera por fin ha ganado. Tres puntos de oro en La Cartuja. Ante un equipo que hoy ha demostrado que su fútbol de posesión es tan estéril como un debate político sin argumentos.
La primera parte, eficiencia pura. Dos goles de cirujano. Eso nos dio la serenidad, la tranquilidad del asesino a sueldo, para aguantar la segunda. El oficio. La solidez. Hoy hemos sido todo lo que debemos ser. Nos volvemos con la maleta llena de puntos y la certeza de que el esloveno sigue siendo de los mejores porteros del mundo.
Fin de la crónica. A descansar, que vienen curvas.











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